Volando a 1031 Km/h...Lima ¡Ya estoy aquí!




Siete mil cuatrocientos treinta y nueve kilómetros recorridos, tres películas, una merienda, llega la hora del bocadillo acompañado de vino blanco.
No puedo quejarme de la atención de la tripulación. El trato ha sido muchísimo mejor de lo que me esperaba. En un momento dado me he levantado (La mayoría de los pasajeros duermen ya) y me he dirigido a la auxiliar de vuelo para solicitarle un vaso con agua, la chica muy amablemente me dice que con gusto, y mientras me está sirviendo el vaso me dice -Seguro que me vas a pedir otro vaso con agua, ¿quieres llevarte una botella para ti? Sin dudarlo me entregó la botella con un vaso plástico y regresé a mi asiento. Ese tipo de trato se agradece, pues la verdad en la gran mayoría de los vuelos que he realizado como pasajero en vuelos continentales siempre te ofrecen un vaso y poco más, así que muchas gracias Iberia.


Bocadillo de queso, un yogur, una magdalena y una taza para beber té.
Hora y media después del último servicio a bordo anuncian que estamos próximos a aterrizar en el aeropuerto internacional de la ciudad de Lima- Jorge Chávez. Miro mi reloj y veo que llegamos con 50 minutos de antelación. Alucinante, llegaremos antes de nuestra hora programada.

Si lo cuento no me lo creen, así que tengo documento gráfico. El motivo de nuestro adelanto en la llegada se debe a que hemos llegado a alcanzar la friolera velocidad de 1031 KPH, ¡Miradlo!


Lima ya estoy aquí. Cansado, con sueño, pero me queda por delante los controles migratorios y saber si la compañía de taxis (Taxi Lima) me ha enviado a mi chófer. Nervios, ya se hace de noche en esta parte del mundo y solo deseo llegar pronto al hotel y descansar, que mañana me espera un vuelo a la ciudad de Cuzco.

Bienvenidos al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez que presta sus servicios a la ciudad de Lima y se encuentra ubicado en la municipalidad del Callao.
Pasado el control migratorio, y me dirijo a la sala de equipajes, o como reza un cartel informativo aquí: "Sala de Recojo de equipaje"
Mi primera impresión sobre el aeropuerto no es nada agradable, pero bueno, no estamos en el primer mundo y todo se me hace muy pequeño y desorganizado, así que me dirijo a la salida a buscar el cartel que ponga mi nombre. Espero que esté, que no quiero que me comiencen a timar con los precios, pues mientras salgo delante de mi hay un grupo de personas que me ofrecen taxi para mi desplazamiento y por curiosidad pregunto el precio diciéndome que a Miraflores me llevan por 30 dólares americanos. ¡30 dólares!, madre mía en este país todo lo cobran el doble.
Casualmente la empresa que me ofrece ese servicio es Taxi Green, esa compañía a la que envíe una solicitud de reserva y nunca me la confirmó. Mejor, porque con ese precio mínimo me tendría que llevar en limusina y con champan.

Sí, veo mi cartel ¡que bien!. Me está esperando mi conductor, una señora muy amable que me da la bienvenida y me dirige a su coche. Confirma conmigo el nombre del hotel y me dice que tardaremos una hora más o menos porque es hora punta. Me dice que me acomode en el coche y disfrute de los 29 grados de temperatura que hay en ese momento con una humedad del 95%, ¡Quiero morir!

Vaya caos de circulación. No podría conducir en esta ciudad, no se respeta absolutamente nada, y aquí el código de circulación es el que primero atropelle al otro gana el espacio, ¡madre del amor hermoso!. Por fortuna me estoy acercando ya a mi hotel y paso del caos total a una tranquilidad absoluta. El barrio es muy bonito, jardines muy bien cuidados, edificios altos de apartamentos y pisos de lujo con las calles completamente limpias. Y ahí, en medio de una avenida con muy poco tráfico se ve el edificio de mi hotel. Por fin llega la hora de dormir, son las 20 horas de la noche en Lima, pero en mi cuerpo son ya las dos de la madrugada del jueves, ¡Quiero dormir!

Al bajarme del coche la conductora se da prisa y me baja el macuto al suelo. Me abre la puerta del coche y me dice que ella misma al día siguiente me recogerá en el hotel para llevarme de nuevo al Aeropuerto para mi próximo vuelo a Cuzco. Le agradezco por su amable atención y le pago en euros, al cambio eran 12€ la carrera, así que le pago 15€ y la chica se despide con un fuerte apretón de manos.
Al entrar al hotel lo primero que me veo son tres agentes de seguridad en la puerta de acceso. Me saludan y me dan la bienvenida y uno de ellos me lleva directamente hasta el lobby del hotel. Le informo al chico de recepción que tengo una reserva, le entrego mi documentación y me dice que no tiene reserva alguna a mi nombre. ¿Y ahora? Imposible le digo, saco mi móvil y le enseño la confirmación de la misma, que había realizado en booking.com, así que muy amablemente se lleva mi móvil a la oficina del director del hotel y regresa informándome que ya está todo solucionado, que el director le autoriza que me asigne una habitación y por fortuna me entrega una llave. Me dice que el precio son 49.50 dólares y le digo que le pago en euros, así que me dice que para ellos 50 euros es lo mismo que 50 dólares. Así que nada, en vez de pagar 45 € que sería el cambio de los 49.50 dólares, termino pagando por la habitación 55 dólares. Qué remedio... ¡Quiero dormir!.


Es hora de irme a la cama. Me espera mañana un vuelo a la ciudad de Cuzco y estoy destrozado del viaje. Pasad buena noche.

Hasta mañana...

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