Good Bye Cuzco... ¡Gracias por todo!


Después de llegar a mi hotel sobre las doce de la noche, me dirijo a la habitación y sin pensarlo dos veces suelto el macuto y me tiro en la cama. No tengo tiempo de nada más, caí redondo.
El viaje de regreso desde Hidroeléctrica es un calvario, no solo por la cantidad de curvas que hay que subir camino de Cuzco, si no por la incomodidad de los autobuses.
Por suerte he podido dormir del tirón y me despierto de nuevo a las 05:00 A.M, así que aprovecho para irme a la ducha y quedarme bajo el agua caliente más de una hora.

Son casi las siete de la mañana y es hora de bajar a desayunar, en tres horas debo estar en el Aeropuerto para coger mi vuelo a Lima. ¡Ganas de regresar a casa ya!.

Mientras organizo de nuevo mi macuto, ya que desde el inicio de mi viaje planifiqué que la mayoría de ropa que usaría la iría tirando en el camino. Más que nada porque volver con ropa húmeda, llena de barro y demás haría que mi macuto pesara más y no estaba por la labor de seguir cargando con más peso del que salí de Madrid. Siento que mi macuto adelgaza en cuestión de dos minutos. Normal, acabo de tirar todos los vaqueros usados y llenos de barro hasta la rodilla. ¡Qué bien, pesa menos!.

Bajo a recepción a pagar la habitación y el hijo del dueño del hotel me dice que muchísimas gracias por el comentario que había publicado en Booking.com. Qué se siente muy orgulloso del comentario y que se alegra de que el servicio y la estancia en su hotel haya sido de mi total agrado.
No es difícil cuando eres forastero encariñarse con alguien que no te conoce de nada, pero que desde el minuto uno ha hecho todo lo posible y más por hacerte una estancia acogedora y familiar. Así es como os vais a sentir si decidís alojaros en el Hotel Killaqente. 
Aprovecho desde aquí para agradecer públicamente el excelente servicio del hotel y la inmejorable atención del Sr. Marco Castañeda y del Sr. Eduardo. En todo lo que llevo viajando por el mundo nunca en un hotel me habían hecho sentirme como en mi propia casa. Gracias por vuestras ayuda y atención. ¡Saludos!
Llega la hora de emprender de nuevo el viaje de regreso a casa, como último favor el Sr. Eduardo llama un taxi para que me lleve al Aeropuerto y delante de mí pregunta al taxista que cuanto me va a cobra, a lo que él responde que 10 PEN  2.88 U$ o 2.65 €. ¡Perfecto, por fin un taxista honesto!.
Me despido del Sr. Eduardo con un fuerte apretón de manos y me invita de nuevo a que le visite si algún día decido regresar a la ciudad. Algún día es mi respuesta.




Estar en la terminal del Aeropuerto de Cuzco me hace sentir que estoy como en una pequeña caja de cerillas, es tan pequeño y tan poco funcional que en vez de un aeropuerto parece la nave industrial más grande de la ciudad.
Facturo el macuto, recibo mi tarjeta de embarque y me dirijo a la segunda planta a tomar un café para hacer tiempo, pues el trayecto desde el hotel solo ha durado quince minutos y no los 35 minutos de la vez anterior cuando llegué a la ciudad por primera vez. 
Decido pasar el control de seguridad y de documentación, es curioso pero después de pasar el control de seguridad tienes que dirigirte a una mesa en dónde controlan la documentación de los extranjeros y nacionales. A los extranjeros casi no nos miran el pasaporte, pero a los nacionales les examinan la vida antes de dejarlos pasar a la sala de embarque. ¡Curioso es!.

Sala única de Embarque del Aeropuerto de CUZ

Es todo lo que hay en la terminal, un espacio con sillas para esperar a que tu avión aterrice y te llamen a subir a bordo. Lo mejor para la espera es llevar un libro ya que no vas a encontrar nada allí para hacer. Por no tener no hay ni WIFI en la sala de espera.

Boeing 737-500 de LCPerú
Hora de subir a bordo. ¡Lima allá voy again!.

Mientras esperamos que comience el carreteo a cabecera de pista. El comandante nos comunica que saldremos con un retraso de 40 minutos ya que el Aeropuerto de Lima tiene tráfico limitado y que nos mantendrá informados de la situación. Así que a los 20 minutos de estar ahí sentados los auxiliares de vuelo salen con los trolleys y ofrecen el servicio de comida y bebidas en tierra. ¡Lo nunca visto en los años que llevo en aviación!.
Mientras que en Madrid por ejemplo si teníamos un retraso en algún vuelo de la compañía desembarcábamos al pasaje y les invitábamos a tomar algo en alguna de las cafeterías de la terminal, aquí en Cuzco directamente te dejan que te ases de calor dentro del avión y te ofrecen un vaso con agua o refresco. ¡Todo muy normal!.

Nuevo aviso, el comandante nos informa que Aeropuerto de Lima le autoriza a iniciar el vuelo a la ciudad. Así que cierran puertas y salimos en dirección a la cabecera de la pista.

Sesenta minutos después estaré en Lima, así que mejor dormir y esperar a que se pase el tiempo volando... Por cierto, en el vuelo ni un vaso con agua ofreció la tripulación a los pasajeros. 
¡Gracias LCPerú!.


¡Ya en Lima!. Debido al retraso que tuvimos, mi chófer no ha venido a recogerme y tengo que esperar hasta las 19:00 horas a que venga a buscarme ya que tenía más carreras programadas y no las puede anular. Mientras la espero busco algo para el estómago, no hay muchas opciones en la terminal. Así que voy a lo seguro, de nuevo Mc Donalds.
Una vez recibo mi menú veo en el recibo de pago que en el aeropuerto hay un concurso si compras en las tiendas del aeropuerto incluido el Mc Donalds, así que después de cenar, me dirijo al mostrador del sorteo y giro una ruleta. ¡Espero que me toquen los mil dólares!, pues no hubo suerte, me ha tocado un identificador de maleta... ¡Ya no me perderé en la terminal!.

Llega el momento de buscar a mi conductora, así que me dirijo al lugar de encuentro y al bajar las escaleras la veo esperándome con un cartel de nuevo. ¡Qué maja es esta chica!, me acerco a saludarla y me dice que lamenta mucho el retraso pero que son los gajes del oficio. No hay problema le respondo, así que sin más nos vamos al coche para irnos al hotel.

Estoy a veintiséis horas de mi regreso a casa, espero poder conocer algo de la ciudad.

Mañana será otro día... 

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