Viva el amor, en ascenso vertical.

A pesar de estar dos días en la ciudad de Cuzco y de pasar un día en Machu Picchu Pueblo, el ascenso me está pasando factura. Subir a la cima del Huaynapicchu es toda una odisea, los peldaños son muy altos y cuesta muchísimo subir uno a uno. Aunque tienes cable de acero para poder ayudarte en el ascenso es imposible no ahogarte en el intento.

Al inicio del ascenso se hace un horror subir los peldaños. Sudas mucho en la primera fase y te ahogas con mucha frecuencia, pero si vas provisto de una buena cantimplora y de un buen estado físico, en menos de 30 minutos el cuerpo se adapta y te ayuda a superarlo.

Llevo hora y media de caminata, con tanto trasiego de personas es imposible avanzar. Hay momentos en los que te obligan a parar, ya que no puede pasar nada más que una persona de camino a la cima.

Yo me he encontrado con una ciudadana Puertorriqueña que ha contratado a un local únicamente para que la acompañe y le haga las fotos a lo largo del recorrido, ¡Mil dólares.... Está claro que con dinero todo se puede comprar!. Me ofrece unirme a ella, ya que el chico en cuestión le va contando historias y leyendas, así me puedo enterar un poco más de la historia de este lugar sagrado, pero desisto porque quiero llegar cuanto antes a la cima. Decisión acertada, ya que no volví a ver a la señora a lo largo del recorrido.

Estoy a tan solo media  hora o así de coronar la cumbre, la parte más dura del recorrido. A partir de aquí solo puedes avanzar en fila india por una diminuta escalinata hasta la cima de la montaña. Tengo por delante como unas 70 personas pero no lo veo imposible.

Con tanto parón, porque las personas delante de mi paran cada dos por tres, decido entrar en uno de los campos de cultivo para así poder admirar la ciudadela de Muchu Picchu que tengo en frente mío. ¡Sin palabras me quedo!.

¡Por fin!... Ya estoy en la cima.

Es imposible poder explicar lo que se siente al llegar a la cumbre del Huaynapicchu, imagino que la misma sensación que sintió Leonardo di Caprio con Kate Winslet en el Titanic. 

Abro los brazos y me siento el rey del mundo...

¡Qué bonito es el amor!. Atravesar literalmente el mundo entero para poder hacerse una foto con el traje de novio y el vestido de novia no tiene precio. ¡Ay, que viva el amor! 

Vamos, a mí me dicen que de regalo de luna de miel me llevan a Machu Picchu, e inmediatamente firmo el divorcio... Jajajaja.

Es curioso que todas las personas que estamos allí en ese momento no hablamos ni expresamos ningún tipo de murmullo, predomina el silencio absoluto. Solo se escucha el susurro del viento golpeando contra la montaña. 

Después de unos 40 minutos de admirar el entorno es el momento de decidir por dónde bajar, si en línea recta o bordeando la montaña y visitar la Gran Caverna. Me decido por la segunda opción. ¡Ya que estamos!... Comienza el descenso.

Templo de la Luna.

Descender es más rápido de lo que esperaba, pues decidí bajar por la parte de atrás de la montaña y no hay ni un alma de  Dios que interrumpa mi camino. Mientras el resto regresa por donde he subido, yo bordeo la montaña y me encuentro con unos obstáculos que nunca imaginaría. ¡Guay!.

La Gran Caverna

La Gran Caverna.

La Gran Caverna.

Bajaba con muchas ilusión a la Gran Caverna y no superó mis expectativas, debería llamarse... ¡El Gran Mojón!. 

Descanso de 20 minutos y hora de continuar el descenso.

Escalera de descenso vertical de 5 metros de altura.

¡Si!, Ya estoy en la Ciudadela, cinco horas llevó en total subir y bajar el Huaynapicchu. Es momento de disfrutar de las llamas y alpacas que te encuentras en el camino hasta la salida del recinto.

Mis piernas ya comienzan a resentirse, y siento que los gemelos y muslos comienzan a doler... ¡Menuda noche me espera!.

Hora de regresar a Machu Picchu Pueblo, se terminó la visita al recinto sagrado.